lunes, 22 de septiembre de 2014

"Vértigo (De entre los muertos)" 1958, Alfred Hitchcock


Alfred Hitchcock es uno de esos directores que no necesita presentación. Considerado el maestro del suspense, este personaje de característica silueta llenó la historia del cine con un amplio abanico fílmico, que destacó por su carácter innovador a la hora de introducir técnicas narrativas de gran importancia en aquellos largometrajes que pretenden esconder al espectador una información clave.

Estrenada en 1958, Vértigo es un claro ejemplo de cómo el director hace de un filme un paseo por un camino lleno de sobresaltos, gracias a la limitación de la información. Pues si por algo destaca este largometraje es, precisamente, por su incesante creación de falsas apariencias que evitarán que el espectador pueda sentirse cómodo respecto a lo que está por suceder.


El filme se abre con la tensa persecución que lleva a cabo el detective Scottie Ferguson (James Stewart) por las azoteas de la ciudad de San Francisco. Pero la acrofobia de éste y el la caída al vacío de su compañero, llevarán a nuestro protagonista a abandonar su trabajo. Es entonces cuando un viejo conocido de Ferguson contactará con él para contratarle como detective privado con la misión de vigilar a su esposa Madeleine (Kim Novak), la cual está sumida en una melancolía que parece guiarla, directamente, hacia la muerte. A partir de aquí, Scottie acabará obsesionándose con el caso, y con Madeleine, al no saber realmente qué misteriosa incógnita gira a su alrededor.


Vértigo, dentro de la obra de Hitchcock, es un expositor de efectos audiovisuales y recursos novedosos con los que da nuevo enfoque a su filmografía y, sobre todo, al cine de suspense. Un buen ejemplo es la clásica escena con la que se muestra el pavor a las alturas del protagonista mediante el juego que se lleva a cabo con el zoom de la cámara. Pero si por algo destaca la creación del maestro del suspense, es por su capacidad narrativa a la hora de crear relatos que se renuevan durante el largometraje, provocando la supresión de un primer elemento motor por otro que adquiere más importancia dentro del argumento y llevando el desarrollo de los acontecimientos hacia rumbos para nada esperados.

Siguiendo con el estilo personal de Hitchcock, cabe destacar también la presencia de escenas que adornan la historia con rasgos típicos de otros géneros cinematográficos (romántico, por ejemplo), contribuyendo  a la creación de un argumento que no se hace pesado gracias a un dinamismo que reaviva la llama de la incertidumbre que caracteriza a un largometraje cuyo final no se puede predecir fácilmente.

En definitiva, un filme convertido en clásico gracias a un argumento sólido y complejo, ejecutado con una técnica narrativa que no tiene nada que envidiar al cine de hoy en día.


sábado, 13 de septiembre de 2014

"Spring Breakers", Harmony Korine (2012)



Harmony Korine (conocido por su trabajo junto a Larry Clark en Kids (1995) y Ken Park (2002)), presentaba el pasado 2012 Spring Breakers, filme escrito y dirigido íntegramente por él con el que continua su característico punto de vista sobre el mundo adolescente. Esta vez, Korine nos invita a un viaje hacia las vacaciones de primavera americanas, un destino en el que se aloja el estilo de vida más habitual de los jóvenes de hoy en día.

Candy, Brit y Cotty (Vanessa Hudgens, Ashley Benson y Rachel Korine, respectivamente) son tres adolescentes que, cansadas de sus vidas como estudiantes, deciden evadirse viajando a Florida, el principal foco del Spring Break, para dejarse llevar por el espíritu joven y la locura. A ellas se unirá Faith (Selena Gomez), que a diferencia de las demás se muestra mucho más inocente y reservada. Pero lo que debía ser un viaje inolvidable se acabará convirtiendo en una experiencia turbia cuando, tras ser arrestadas por la policía, nuestras protagonistas son puestas en libertad con la ayuda de Alien (James Franco), un tipo con el que muy pocos querrían tener algo que ver.

El filme se organiza mediante el relato cronológico de las “aventuras” que las cuatro chicas vivirán hasta llegar a su destino. No obstante, este desarrollo aparentemente lógico se ve afectado por un montaje que, a mi parecer, es uno de los aspectos más destacables del largometraje. Korine lleva a cabo un uso notable de planos de corta duración y saltos temporales que oscilan entre lo que está sucediendo y lo que está por suceder, creando una experiencia audiovisual que refuerza el punto de vista de las desenfrenadas vidas de las protagonistas. No obstante, puesto que dicha técnica es la base principal del montaje del filme, en ocasiones éste resulta algo denso para el atento receptor, que se puede perder entre oscilaciones temporales. También cabe destacar la estética pop (en su faceta más bizarra) y el abundante uso de recursos musicales, que construyen una faceta visual que hace brillar al largometraje como letras de neón en la oscuridad.




En definitiva, Spring Breakers es uno de esos filmes cuya apariencia previa capta la atención del espectador por su aspecto extravagante, para más tarde cautivarle con un argumento construido a partir del habitual punto de vista crítico sobre el mundo adolescente de Harmony Korine.