Hoy en día las nuevas tecnologías
han convertido nuestro entorno en un lugar donde la privacidad reside
únicamente en nuestro cuarto de baño. La gran mayoría de los dispositivos que
utilizamos en nuestro día a día poseen cámaras con las que capturar cualquier
instante, exponiéndonos a ser observados por cualquier individuo que haya
reemplazado su falta de respeto por la intimidad por conocimientos informáticos
avanzados.
Nacho Vigalondo presentaba este
2014 Open Windows, un filme que sustituye
las cámaras del cine convencional por las que poseen los smartphones y demás dispositivos similares, teniendo como resultado
un largometraje que muestra un gran dinamismo, gracias a una reforzada idea de
simultaneidad conseguida a través del uso de múltiples planos que provienen de
un mismo medio: la pantalla de un ordenador. Cabe destacar que la idea de
Vigalondo de hacer uso de las nuevas tecnologías no es ninguna novedad (el
pasado año 2013 descubríamos Hooked Up
en el Festival de Cine de Sitges, una película rodada íntegramente con un
teléfono móvil), pero si es cierto que dentro del estilo es un material que
presenta un minucioso trabajo de montaje que consigue elevar el filme al nivel
de cualquier thriller.
El relato se abre de forma
ingeniosa, haciendo uso del recurso de “filme dentro del filme”, al mostrarnos
una secuencia que forma parte del evento promocional de un largometraje, con la
peculiaridad de parecer estar manipulado por alguien que captura instantes del
fragmento en cuestión mediante un ordenador. Ese alguien es Nick Chambers
(Elijah Wood), un joven obsesionado con la actriz protagonista, Jill Goddard (Sasha
Grey), que gestiona una web con
fotografías suyas desde la habitación de un hotel. Más tarde descubriremos que
Nick es el ganador de una cena con Jill, pero cuando ésta decide suspender la
cita, un misterioso personaje llamado Chord (Neil Maskell) se comunicará con
nuestro protagonista mediante videollamadas para sumergirle en un enfermizo
juego sin límites.
A pesar de que resulta extraño que
sea la pantalla de un ordenador el punto de vista básico a lo largo del filme (en
especial para aquellos que aún no la habéis visto), cabe destacar que se trata
de uno de sus puntos fuertes, ya que otorga al filme la capacidad de mostrarnos
diversos puntos de vista en una sola imagen, a partir de las diferentes
ventanas que se abren en el ordenador de Nick, dándole al espectador la
posibilidad de elegir qué punto de vista es el más adecuado para cada
situación. De modo que, al fin y al cabo, no es sólo el director quién
selecciona lo que el público observa, sino que le ofrece varias opciones y la
posibilidad de escoger, lo cual resulta interesante para un filme en el que la
mayor parte del peso recae en la faceta visual (sobre todo en aquellas escenas
que pretenden limitar la información del espectador mediante la supresión de un
punto de vista crucial).
Pero desgraciadamente la
originalidad que guía al filme hacia un argumento interesante, se ve afectada
por los acontecimientos que nos reserva el final del relato, que pondrán a
prueba la atención de los más despistados y el criterio de aquellos a los que,
como a mí, les resulte un tanto rebuscado (aunque igualmente ingenioso),
rompiendo, en cierta medida, con el encanto que mostraba la primera parte del
metraje.
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